Cultivar nuestra autoestima

Se ha escrito mucho sobre la autoestima a tal punto que la palabra ya carece de un significado profundo. Parece ser que tener una autoestima alta es el pasaporte al éxito si  tener muy claro que es éxito para cada uno. Dentro de la literatura que habla de este tema están los que hacen hincapié en los resultados por lo tanto la persona que logra los resultados deseados posee esta  cualidad que parece conquistar todo lo que se propone. Me gustaría tocar este tema con más cuidado para no caer en la superficialidad o en conceptos que pueden parecer tan vacíos de contenido.

Defino la autoestima como la estima que tengo de mí mismo. Nathaniel Branden, autor de varios libros sobre este tema,  lo define como la confianza en nuestra capacidad de pensar y ser conciente de que tengo los recursos para enfrentar los desafíos de la vida y también sabernos merecedores de una vida digna. El concepto que tenemos de nosotros mismos muchas veces se convierte en una profecía autocumplida. Si me veo a mi mismo como merecedor de mi bienestar, eso es a lo que apuntaré. Lo contrario también se cumple. Sin embargo, no hay que caer en afirmaciones simplistas. La vida está llena de desafíos y desencantos inesperados y no por tener una autoestima alta estaré exento de sufrimiento. No todo depende de mis capacidades y mis decisiones. Pero sí es cierto que la persona con una autoestima razonable, que confía en sus capacidades tendrá más capacidad de adaptación a las circunstancias que se le presenten y tendrá mayor capacidad de recuperación frente a situaciones donde no se cumplen sus expectativas. Esa persona sabrá aprender de sus errores, perdonárselos y tendrá mayor resiliencia frente a la adversidad.

Para cultivar nuestra autoestima debemos primero conocernos. ¿Cómo puedo amar a una persona que no conozco? Si no conozco mis fortalezas y mis debilidades, ¿cómo puedo amarlas? Para tener una autoestima razonable, debo aprender a amar al ser que soy, también a mis limitaciones, sino estaría amando a una parte mía, sólo mis fortalezas. Se malentiende muchas veces mirando a las personas avasalladoras como poseedoras de una alta autoestima. La arrogancia no es autoestima y menos la falta de humildad. El creerse superior o dueño de la verdad denota una falta de autoestima.

Desde la mirada del Counseling creemos que nuestro trabajo es acompañar a personas en crisis en momentos en que su autoestima  está bastante dañada, en momentos donde cuesta ver la luz por la pérdida que sea que la persona está enfrentando. El Counselor es un facilitador que ayuda a recuperar esa confianza que en algún lugar existe o a fortalecerla o ampliar la mirada del consultante para que él o ella recupere esa fuerza, esos recursos que están dormidos pero que existen. Es por este motivo que el Counseling es un proceso que no genera dependencia porque creemos en lo que Carl Rogers llamó «la tendencia actualizante». Nacemos con ella y podemos irla perdiendo en el camino de la educación y por las circunstancias de la vida pero podemos recuperarla y para esto el proceso de Counseling es esencial. Alejarnos de personas negativas y pedir ayuda en nuestro camino de autoconocimiento es clave para recuperar nuestra estima. Una vez que nos hayamos fortalecidos nos sentiremos menos afectados por la negatividad del entorno. Branden llama a la autoestima el sistema inmunitario de la conciencia.

En el proceso del Counseling se ve claramente como la persona comienza a cambiar su lenguaje, empieza a mirarse diferente y finalmente se pone en acción y se produce esa transformación interior que lleva a la persona a reencontrarse con los recursos necesarios para enfrentar la adversidad y a sentirse merecedora de esa felicidad que cree haber perdido.

María José Zorrilla

2 de abril 2013

Categoría : Artículos de Interes &Novedades

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